“Dejad que se noten las arrugas, me ha costado toda una vida que se vean” Anna Magnani, actriz italiana.
Muchas veces me he mirado al espejo y he tratado de imaginarme cómo me veré cuando esté realmente vieja. Asumo que mi piel no será tersa, mis párpados caerán, mi cuello se verá feo. No miento al decir que me estremezco de pensarlo, pero es la ley de la vida. A lo más espero que mis arrugas sean lindas.
Me ha calado hondo el caso de la ex mujer de Berlusconi, Verónica Lario, una italiana de cincuenta y tantos años que ha sido criticada hasta el cansancio por estar con unos kilitos de más, y por haber salido de su casa en una pinta poco glamorosa.
Hasta ahí nada extraño. Nada que la prensa del corazón y la farándula no digan a diario de la mayor parte de personas públicas. Lo malo fue que fueron y mostraron las fotos a distintos cirujanos plásticos para pedirles opinión.
Bajo ese escrutinio, la pobre de Verónica quedó como estropajo. Los cirujanos trapearon el piso con ella.
¿Qué derecho les da de decir cómo debe envejecer una mujer? ¿De verdad creen que una mujer debe entrar a un quirófano para envejecer? ¿Es eso envejecer o es un simple engañar a quienes me rodean para no verme de la edad que realmente soy? ¿Por qué vivimos pensando que debemos vernos jóvenes si cada edad tiene su encanto?
Cuando tenía 30 años me sentía de 40, hoy que tengo poco más de 40, me siento de 30. Pero cuando me miro al espejo veo que tengo 40, entonces conjugo lo mejor de los 40 con el ímpetu de los 30 y siento que llego a un equilibrio casi perfecto. Equilibrio que a veces se rompe.
Hace 4 años me quedé sin trabajo. Hasta el día de hoy resuenan en mis oídos las palabras de una amiga cercana “Gordita, si quieres encontrar trabajo tienes que bajar de peso” ¿Desde cuándo las aptitudes laborales van de la mano con la estética? Como tapaboca, al mes y medio ya estaba sentada en un nuevo puesto de trabajo.
Es una tiranía impuesta por no sé quién. Todos los días las mujeres nos volvemos locas para vernos más jóvenes, porque la cosa no pasa sólo por vernos bien (que es casi todos los días) sino, además, vernos con 20 años menos. Esta dictadura de la eterna juventud impuesta por los medios me tiene aburrida.
Hoy conversé con una amiga y me di cuenta que hace un año que no me como una sopaipilla ¿Por qué? Simple: porque hay que cuidar la dieta, cada caloría, gramo de grasa y lo que sea que te lleves a la boca cuenta. No puedes pasarte de las 1000 calorías diarias y una pequeña, insignificante, deliciosa, apestosa, maravillosa sopaipilla tiene alrededor de 400 calorías.
Para que decir esas sopaipillas ricas que venden en la calle, fritas con ese aceite usado mil veces que, más que aceite de maravilla, parece aceite de camión. Pero es ese mismo aceite el que le da ese sabor tan particular… y el color… bien amarillo, de ese amarillo que jamás veremos en el zapallo porque es puro colorante… y le pones encima pebre cuchareado, con harto jugo que te chorrea por los dedos mientras intentas secarlo con ese pedazo de papel que no seca nada… aaahhhh si, delicia suprema para mi mundano paladar.
¿En qué estaba? Ah sí, en que no me como una sopaipilla hace más de un año por cuidar lo que ingiero. ¿Y por qué? Porque si engordo no seré apta para un cargo en ninguna empresa, ni para que un hombre me mire con buenos ojos (aún delgada me miran con otros ojos, pero no importa, sigamos) y para qué decir para salir a comprar.
Tengo talla 44 o 46, dependiendo de las telas y la fabricación. Son tallas normales para el común de las chilenas y; sin embargo, en una ocasión entré en una tienda y la vendedora me dijo que no tenían tallas para mi. ¿Remedo de Pretty Woman? Podría haber sido, pero no tenía un mayordomo de hotel que me subiera el ánimo y me guiara en las compras. No recuerdo cuánto tiempo estuve sin ir a comprar. Me aterraba salir, ver ropa hermosa y creer que “no hay talla para mi”
Andá! Qué no soy obesa!
Veamos. Toda mujer quiere estar bien, pero ¿Será necesaria tanta parafernalia? ¿Tanto sacrificio? ¿Tanto perder lo esencial de cada edad porque estás muy gorda o muy flaca?
Estamos conscientes que hay que cuidarse, que un cuerpo sano es reflejo de una mente sana. (A lo mejor mi mente no está tan sana, pero eso es parte de otra reflexión). Con la vida que llevamos es tan difícil mantenerse bien. Me levanto a las 6:00 me voy antes de las 7:00 llego a las 19:30 y me desocupo a las 22:00 ¿A qué hora voy al gimnasio? ¿En qué minuto me preocupo un poco más de mi? Les juro que trato, por eso mi dieta es tan estricta: Es la única forma que tengo para no seguir engordando y no transformarme en una bola.
¿Y las cirugías? Tema mayor. Toda mujer tiene el derecho en pensar en los retoques ¿Será tan necesario levantarse las cejas, estirarse la cara, levantar los pómulos, respingarse la nariz, aumentar las pechugas, levantar el culo y marcar los abdominales? Hombre! Que soy una mujer de carne y hueso! No una Barbie!
Tanto nos han metido en la cabeza eso que tenemos que ser regias estupendas, que en otros países ya es normal que las niñas a los 15 años pidan una cirugía plástica de regalo. Sin ir más lejos, una compañera de mi hermana chica, recibió a los 18 años su primera liposucción como regalo de cumpleaños. Es lejos lo más aberrante.
Debemos envejecer con más dignidad. Si subimos de peso, asumámoslo y veamos la mejor forma de vestirnos para vernos siempre bien. ¿Nos salieron las primeras arrugas? Y qué más da! Tarde o temprano te llenarás de ellas ¿O quieres quedar con el rostro inexpresivo como Nicole Kidman? No, gracias, prefiero mis pequeñas líneas de expresión que trato se mantengan por varios años más, y cuando ya el ácido hialurónico no pueda más con ellas, pues tendrán que verse más notorias y punto.
No quiero ser como mi amiga que me trató de gorda, no quiero pasar por el quirófano tantas veces como ella, no quiero vivir sobre la falsedad del “estás regia” cuando las personas que la conocemos y rodeamos la queremos por lo que ella es, no por sus kilos de más o menos, ni por sus arrugas. Simplemente la queremos porque es ella. No quiero ilusionarme con que la gente me vea de 20 años porque no tengo 20 años! Tengo 40 años! Y soy feliz con mis 40 años!
Claro, debo reconocer que hoy día hay una presión mayor. Con eso de las MILF, los hombres más jóvenes creen que cualquier mujer de 40 es una Katty Ko, con un cuerpo envidiable y horrorosamente ardiente en la cama. Lo del cuerpo déjenlo de lado, lo de la “ardiente experiencia” bueno, materia de otro blog.
Basta del estereotipo machista donde las mujeres no pueden pasar la barrera de los 25 años ni de la talla 40, porque el 90-60-90 corresponde sólo a las medidas de una flaca desabrida, sin pechugas y sin culo.
Mañana voy por mi sopaipilla.